La investigación cualitativa ha sido clave en la transformación de las ciencias sociales y educativas, ofreciendo un enfoque que rompe con las limitaciones del positivismo, el cual se fundamenta en hechos observables y medibles, propios de la investigación cuantitativa. A diferencia de esta última, la investigación cualitativa explora los significados y contextos sociales, permitiendo un análisis más profundo de la complejidad humana. Sin embargo, este enfoque enfrenta el desafío de alcanzar niveles de precisión comparables a los de las ciencias físico-naturales, marcando una diferencia sustancial en su aproximación y propósito (Baena Paz, 2017).
La investigación cualitativa
se fundamenta en una perspectiva interpretativa centrada en el entendimiento
del significado de las acciones de seres vivos, sobre todo de los humanos y sus
instituciones, busca interpretar lo que va captando activamente (Hernández,
Fernández y Baptista, 2016).
El surgimiento de la
investigación cualitativa en el siglo XIX marcó un hito en el desarrollo de las
ciencias sociales, al centrarse en la comprensión profunda de los fenómenos
humanos desde perspectivas interpretativas. Este enfoque sitúa al investigador
como pieza clave, ya que su preparación y experiencia son determinantes para el
proceso investigativo (Hernández, Fernández y Baptista, 2016).
En la investigación cualitativa, la
descripción detallada de la muestra, incluyendo sus características y contexto,
resulta esencial para que el lector pueda comprender a fondo el proceso y los
hallazgos obtenidos (Leonor, Pilar y Fuensanta, 1998). En esta época, los
estudios pioneros de Malinowski y Boas (como se menciona en Hernández,
Fernández y Baptista, 2016) sentaron las bases metodológicas al implementar
herramientas innovadoras como la observación participante y los estudios de
caso, consolidando un nuevo paradigma en las ciencias sociales.
Estos primeros enfoques
surgieron del interés por comprender las dinámicas culturales y sociales en
contextos específicos, desafiando la visión reduccionista del positivismo.
Wilhelm Dilthey, a través del concepto de Verstehen (comprensión),
subrayó la relevancia de interpretar los significados y motivaciones humanas
desde una perspectiva subjetiva, en lugar de limitarse a explicaciones
causales. Esta idea sentó las bases filosóficas del enfoque cualitativo, que
posteriormente fue desarrollado por autores como Deslauriers (2004) y Flick
(2014).
Durante las primeras décadas
del siglo XX, la investigación cualitativa experimentó un proceso de
consolidación. Este periodo estuvo marcado por el desarrollo de corrientes
teóricas como el interaccionismo simbólico, que subrayaba la importancia de los
significados compartidos en las interacciones humanas (Blumer, 1969).
A través de estos enfoques, se buscó
profundizar en la comprensión de los fenómenos sociales, considerando la
perspectiva de los actores involucrados. Este giro teórico fue clave para
posicionar a la investigación cualitativa como un método legítimo en las
ciencias sociales, alejándose de los enfoques estrictamente cuantitativos.
Un hito importante en este
devenir histórico fue la influencia de la Escuela de Chicago, cuyos aportes
fueron esenciales para la investigación educativa. Durante las décadas de 1920
y 1930, esta escuela utilizó enfoques cualitativos para estudiar fenómenos
sociológicos en entornos urbanos, desarrollando una metodología que integraba
observación y entrevistas a profundidad.
Figuras como Robert E. Park y
Howard Becker jugaron un papel fundamental en la implementación de estos
métodos en contextos educativos, facilitando la comprensión de las
instituciones educativas como espacios dinámicos de interacción social (Bogdan
& Biklen, 1997). Esta perspectiva enriqueció de manera significativa el
análisis de las dinámicas escolares, abriendo nuevas posibilidades para abordar
la educación desde un enfoque cualitativo y ofreciendo una visión más profunda
de las relaciones y procesos que la conforman.
La sistematización de la
investigación cualitativa se consolidó a partir de mediados del siglo XX,
cuando comenzó a estructurarse con un mayor rigor metodológico. La
investigación cualitativa comienza a plantearse en educación adaptándose de las
aplicaciones a otros campos afines tales como la sociología y la psicología (Leonor,
Pilar y Fuensanta, 1998). Teorías como el constructivismo y la fenomenología
proporcionaron un marco conceptual sólido para abordar fenómenos educativos
desde una perspectiva interpretativa (Denzin & Lincoln, 1996).
Este proceso de formalización
incluyó la elaboración de diseños metodológicos específicos para la
investigación cualitativa, que aseguraban la validez y la fiabilidad de los
estudios. A través de este enfoque, la investigación cualitativa se convirtió
en una herramienta indispensable para analizar contextos educativos complejos,
adaptándose a las necesidades específicas de cada entorno (Creswell & Poth,
2016).
La investigación cualitativa
implica la adopción de concepciones filosóficas y científicas específicas, así
como el uso de métodos únicos para trabajar científicamente y para la
recolección y análisis de datos. Estas características han dado lugar a un lenguaje
metodológico particular (Leonor, Pilar y Fuensanta, 1998).
En este sentido, Mertens
(2010), junto con Preissle (2008) y Coleman y Unrau (2005), destacan que este
enfoque es especialmente valioso cuando el fenómeno de interés resulta difícil
de medir o no ha sido previamente estudiado, es decir, cuando existen carencias
significativas en el conocimiento del problema (citados por Hernández,
Fernández y Baptista, 2016). En la actualidad, la investigación se está
orientando hacia enfoques de investigación-acción, permitiendo que el mismo
proceso investigativo se convierta en una herramienta de cambio y
transformación.
Conclusión
El desarrollo histórico de la
investigación cualitativa ha mostrado un progreso considerable desde sus
orígenes en el siglo XIX hasta convertirse en una metodología sólida y esencial
en el análisis de fenómenos sociales. Su capacidad para abordar situaciones
complejas y captar las perspectivas de los participantes la ha consolidado como
una herramienta imprescindible para comprender las dinámicas humanas.
La influencia de la Escuela de
Chicago, junto con los avances en la sistematización de sus métodos, ha sido
fundamental para que esta metodología se ajuste y evolucione ante los retos
actuales. Conocer este recorrido histórico no solo amplía nuestra comprensión
de la investigación cualitativa, sino que también resalta su relevancia en el
estudio de las interacciones sociales y el ámbito formativo.
La investigación cualitativa
ofrece al investigador un enfoque crítico que desafía las tradiciones
establecidas en las instituciones, impulsándonos a cuestionar, innovar y
generar nuevas formas de conocimiento, con el fin de transformar y enriquecer
nuestra comprensión de diversas áreas, como el ámbito educativo.
Referencias
Baena
Paz, G. (2017). Metodología de la investigación. Grupo Editorial
Patria.
Blumer,
H. (1969). Symbolic
Interactionism: Perspective and Method. Prentice-Hall.
Bogdan, R., & Biklen, S. K.
(1997). Qualitative research for education (Vol. 368). Boston,
MA: Allyn & Bacon.
Creswell, J. W., & Poth, C. N. (2016). Qualitative
inquiry and research design: Choosing among five approaches. Sage
publications.
Denzin, N. K., & Lincoln, Y. S.
(1996). Handbook of qualitative research. Journal of Leisure Research, 28(2),
132.
Deslauriers, J. P. (2004).
Investigación cualitativa: guía práctica.
Flick, U. (2014). An
Introduction to Qualitative Research (5th ed.). SAGE
Publications.
Hernández,
R., Fernández, C., & Baptista, P. (2016). Metodología de la
Investigación. McGraw Hill
Leonor,
B., Pilar, C. B., & Fuensanta, H. (1998). Métodos de investigación en
psicopedagogía. Mc. Graw Hill, 155.
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